domingo, 29 de noviembre de 2015

Capítulo décimo: Algunos rostros de angustia y desesperación. Roy Batty paso a paso.

Siempre he creído que el mejor fragmento de la peli colectiva "Historias extraordinarias" basada en un conjunto de relatos escritos por Edgard Allan Poe, era el dirigido por Federico Fellini, titulado "Toby Dammit", los demás son bastante aburridos en mi opinión. Me compré el DVD por este fragmento. Una pequeña joya, llena de colores saturados, atmósferas mortecinas, sátira social y bellos rostros "Fellinianos". El protagonista es un joven Terence Stamp, una egocéntrica, caprichosa y cruel estrella del cine, que por los avatares del destino, llega a conocer a una extraña niña con una pelota... y la angustia. Una pequeña pieza magistralmente realizada:



El marcado claroscuro de la imagen es ideal para un dibujo a carboncillo, te permite dejar zonas en sombra, obviando detalles y elementos del rostro, apenas insinuados con un leve toque de luz. Otros, como el ojo o la boca, se pueden detallar más, es importante no sobrecargar el dibujo de información. Para perfilar los detalles, he utilizado una goma de borrar (siempre para zonas muy puntuales) y algunos toques, no muchos, con lápices pastel blanco y gris claro.

Sigamos con la técnica del carboncillo...

                                                                           Taxi, taxi!!!


Para hacer al taxista insomne más famoso de la historia del cine, he utilizado un papel Ingres de 50x70 cm. He planteado la mancha procurado trabajar de dentro afuera, dejando el fondo en blanco, lo más luminoso posible para que de esta manera haga contraste con los muchos tonos grises oscuros de la chaqueta. El proceso ha sido laborioso, parto de un encaje donde primero voy situando los volúmenes más importantes de la composición. Para las manchas con carboncillo no suelo hacer demasiadas líneas de contorno:


Yo siempre difumino con una esponja y después saco las luces con un paño o unos difuminos limpios. Hay que tener en cuenta que algunos carboncillos son más duros o tienen más impurezas que otros, debemos limarlos con un papel de lija fino, sacándoles un bisel que nos permita aplicarlo sobre el papel por la zona lisa y plana, de esta manera nos aseguraremos de no rayar el papel. Además algunas barras de carbón pintan de un color sepia oscuro, mientras que otras lo hacen con tonos más negros. es importante utilizar estos carboncillo "sepia" siempre para las primeras sesiones, y asegurarnos de acabar el dibujo con un carbón más oscuro.
Mi siguiente paso sería ir concretando poco a poco las formas, construyendo los numerosos pliegues de la chaqueta. Aplico carbón, lo difumino con la esponja y luego saco las luces dibujando su contorno y borrando el carbón sobrante con una serie de difuminos de distinto grosor:




Al tener gran cantidad de detalle se hace necesario un fijado intermedio, utilizo un fijador de pastel de la marca Talens, es necesario colocar el dibujo en posición horizontal a la hora de realizar el fijado intermedio, así será más eficaz, siempre hay que seleccionar las zonas que me interesa fijar (no es necesario aplicarlo por toda la composición) y realizar un pulverizado siempre ligero y no muy cerca del dibujo (a unos 40 o 50 cm), podemos mancharlo.

Cuando realizaba este dibujo, como no puede ser de otra manera, he escuchado la banda sonora de "Taxi Driver", compuesta por el gran Bernard Herrmann. Alucinante y alucinada creación de Herrmann, llena de poesía y belleza (estupendo tema principal con solo de saxofón), su obra póstuma, ya que murió poco antes del estreno de la película en 1976 (al final de los créditos hay una dedicatoria al compositor) . Recomendable para todos los amantes del cine y la música.
Retomaré al desquiciado personaje de Travis Bickle más adelante...

Y ahora un paso a paso de Roy Batty. Otra mancha a carboncillo, formato 50x70cm, alrededor de cuatro o cinco sesiones de trabajo de unas dos o tres horas...







Bueno, de postre, retomo un personaje que ya había aparecido en el blog y del que intento hacer una serie, en progreso:


Después de terminar esta sesión he aplicado un fijado, pienso seguir trabajándolo usando toques de lápiz carbón...




lunes, 23 de noviembre de 2015

Capítulo noveno: "Ikiru: Vivir" o el hombre terminal.

Cuando pensamos en el cine de Akira Kurosawa, nos vienen a la memoria imágenes épicas de sus famosas películas de samuráis y olvidamos que también es el director de no pocas joyas de corte más intimista y social, revelándose como un agudo observador y narrador de la sociedad nipona de su época. Son historias satíricas o reflexiones críticas de una sociedad, un mundo, que aunque lejano del nuestro, no parece tan diferente; podemos observar pues nuestros mismos defectos occidentales, puede que también las mismas virtudes, es por esto que muchos críticos consideran a Kurosawa como el director japonés más occidental (no sólo por la puesta en escena de sus películas, sino también por el trasfondo humano de historias).
 Pues bien, una de esas reflexiones o cuento moral, como me gusta a mí llamarlo, es "Ikiru", "Vivir" en la versión castellana. He mencionado su influencia occidental, esta historia me recuerda mucho a Charles Dickens en su "Canción de Navidad", recupera el mismo tono de sátira social y narra igualmente una bella historia de redención. Desde aquí se la recomiendo a todos los públicos con sensibilidad. Es también puro "Kurosawa", me refiero a la utilización de un montaje dinámico, sentido del espacio escénico, retrato de unos suburbios para nada turísticos ni complacientes, y por supuesto, la interacción dramática de los efectos atmosféricos en la historia, en este caso la nieve (excelente y poética escena la del columpio, justamente mítica). Ahora que pienso, los efectos atmosféricos siempre han estado muy presentes en el cine nipón (aparte de la radioactividad de Godzilla claro), en especial en el cine de animación, ahí están (todas) las pelis del estudio Ghibli de Hayao Miyazaki, o las exquisitas películas de Mokoto Shinkai con "El Jardín de las Palabras" a la cabeza... bellísima en lo plástico, la recomiendo sin reservas.

Hoy toca retratar al triste y gris funcionario Watanabe de Vivir (1952) que en la peli lo encarna un extraordinario Takashi Shimura (realmente llega a emocionar con su composición), reputado actor de impactante expresividad que trabajó con los grandes del cine japonés, además de Kurosawa, aunque yo lo recuerdo más de algunas películas de Godzilla, en especial "Japón bajo el terror del monstruo" y "Mothra".


He escogido para realizar el retrato la técnica de mancha a carboncillo que se ajusta muy bien a las imágenes en blanco y negro de la película. Una mancha a carboncillo está a medio camino de la pintura y el dibujo. Hay que difuminar intentando crear una rica variedad de texturas y gamas de grises, procurando no dejar líneas ni contornos.
Para ello selecciono un buen soporte, un pliego de papel Guarro Ingres de 50x70cm. Montamos la cartulina sobre una superficie lisa y dura. un Ingres se puede trabajar por los dos lados, pero si lo que queremos es sacar el mayor partido a la técnica, es mejor colocarlo por la cara en la que se pueda leer la marca de agua al derecho.
Se realiza una primera valoración tonal, siempre usando un carboncillo "limado" con un papel de lija para quitarle las asperezas que puedan rayar el papel, que es muy frágil, se daña o mancha con mucha facilidad. Hay que trabajar con cuidado.


Yo utilizo un tramado de líneas muy suaves con un carboncillo mediano. Intento encajar la figura a través de manchas de color, no de líneas de contorno. Mancho las zonas más oscuras, (es mejor ir de menos intensidad a más), chaqueta, cabellos, corbata, e intento no tocar las zonas más iluminadas. Si oscurezco por error estas zonas o me paso de tono, después es muy difícil borrarlas. A continuación difumino con una esponja (también se puede utilizar un paño, un difumino convenientemente tratado o incluso las manos), de manera suave, para no dañar la superficie del papel.


Repito la operación hasta conseguir el tono buscado, el resultado será muy difuso, poco a poco iremos concretando las formas, para ello hay que sacar las luces o tonos más claros y modelar los volúmenes intentando crear gran variedad de tonos de grises, sin olvidarnos de trabajar la materia de modo que consigamos texturas interesantes. Lo bonito del carboncillo es que se puede conseguir una rica y pictórica textura final mezclando el difuminado con paños o esponja y la creación de volúmenes borrando el carboncillo aplicado con el dorso de los dedos o las manos, la textura resultante es fabulosa si se hace con limpieza.



Al limpiar o borrar con los dedos o paños el exceso de carbón debemos dibujar la forma que nos interese resaltar, nunca debemos aplicar goma de borrar sobre las zonas manchadas (se puede hacer al final del proceso en zonas puntuales) ya que mancha el papel. Cuando el papel, que es muy esponjoso, ya no admita más carbón y no hayamos conseguido el tono de negro que buscamos, se puede realizar un ligero fijado intermedio e insistir después con más carbón, (importante no usar laca Nelly).



Un trabajo a carboncillo se puede llevar a un nivel de detalle aún mayor del que yo he dotado a mi dibujo. Para ello, tras un fijado que consolide los tonos conseguidos, deberíamos pulir los detalles utilizando lápices carbón de distinta dureza (que yo no he usado), con los que se puede conseguir un nivel de precisión mayor. Aunque yo soy partidario de no sobrecargar de detalles y datos excesivos el trabajo, puede resultar algo duro o frío, es mejor que resulte atmosférico y pictórico, por ello es mejor trabajar zonas clave y dejar otras de descanso visual...


Watanabe
logró redimirse al final de su existencia, cuando supo con certeza que su final estaba cerca. Su vida hasta entonces había sido gris e insulsa, jamás había ayudado a nadie, refugiado tras un muro de hipocresía y toneladas burocracia inútil, era un paria, un ser sin alma...
Pero un día, un parque lo cambió todo. Una fría noche de invierno, caen pequeños copos, un bonito columpio está brillando bajo la nieve, es hora ya de disfrutar de la vida.

Y en próximas entregas más carboncillo, más cine, que me encanta...



Khaleesi y Roy Batty ya habían aparecido en alguna ocasión por este blog, me deben gustar mucho para sacarlos tanto... En cualquier caso también me gusta dibujar con carboncillo, hay que mancharse un poco, pero merece la pena. En próximos capítulos hablaré de los difuminos, ya sabéis que no se deben utilizar como salen de la tienda, es decir, más duros que una piedra...